Hermes Trismegisto es el nombre griego de un personaje mítico cuyo nombre en griego significa "Hermes tres veces grande".
En latín es: Mercurius ter Maximus.
Hermes Trismegisto es mencionado primordialmente en la literatura ocultista como un sabio que trabajó en la alquimia y desarrolló un sistema de creencias metafísicas que hoy es conocida como hermética.
Para algunos pensadores medievales, Hermes Trismegisto fue un profeta pagano que anunció el advenimiento del cristianismo. Se le han atribuido estudios de alquimia como la Tabla de esmeralda —que fue traducida del latín al inglés por Isaac Newton— y de filosofía, como el "Corpus hermeticum".
Sin embargo, debido a la falta de evidencias contundentes sobre su existencia, el personaje histórico se ha ido construyendo ficticiamente desde la Edad Media hasta la actualidad, sobre todo a partir del resurgimiento del esoterismo.
El Mito:
Según las creencias egipcias, los dioses habían gobernado en el Antiguo Egipto antes que los faraones, civilizándolos con sus enseñanzas. En ellas, el dios egipcio Tot era el dios de la sabiduría y el patrón de los magos. También era el guardián y escribiente de los registros que contenían el conocimiento de los Dioses.
Clemente de Alejandría estimaba que los egipcios poseían cuarenta y dos escritos sagrados, que contenían todas las enseñanzas que poseían los sacerdotes egipcios. Más tarde, varias de las características de Tot se asociarían al Hermes de la mitología helenística, incluyendo la autoría de los «cuarenta y dos textos». Este sincretismo no fue practicado por los griegos, sino que en el primer o segundo siglo de la era cristiana, se le comenzó a llamar «Hermes Trismegisto» a esta fusión, probablemente por cristianos que tenían noticia de los textos egipcios. No obstante, en algún momento la ambigua noción de divinidad se transformó por la de un personaje histórico de los tiempos iniciales de la civilización occidental, al cual además se le atribuyeron otros escritos filosóficos.
La identificación de Tot y Hermes en la figura de Hermes Trismegisto ha de añadirse otra posterior, de carácter esotérico, por la cual Hermes Trismegisto es también Abraham, el patriarca hebreo, que habría comenzado dos tradiciones: una solar, pública, recogida en el Antiguo Testamento y otra privada, trasmitida de maestro a discípulo, accesible en el "Corpus hermeticum".
Literatura Hermética:
La llamada «literatura hermética» es un conjunto de papiros que contenían hechizos y procedimientos de inducción mágica. Por ejemplo, en el diálogo llamado Asclepio, el dios griego de la medicina, se describe el arte de atrapar las almas de los demonios en estatuas, con la ayuda de hierbas, piedras preciosas y aromas, de tal modo que la estatua pudiera hablar y profetizar. En otros papiros, existen varias recetas para la construcción de este tipo de imágenes y detalladas explicaciones acerca de cómo animarlas (dotarlas de alma) ahuecándolas para poder introducir en ellas un nombre grabado en una hoja de oro, momento esencial del proceso.
Resurgimiento Medieval:
Durante la Edad Media y el Renacimiento, los escritos atribuidos a Hermes Trismegisto, conocidos como Hermética, gozaban de gran crédito y eran populares entre los alquimistas. La tradición hermética, por lo tanto, se asocia con la alquimia, la magia, la astrología y otros temas relacionados. En los textos se distinguen dos categorías: de «filosofía» y «técnica» hermética. La primera se ocupa principalmente de la argumentación teórica sobre la que se sostiene el pensamiento mágico y la segunda trata sobre su aplicación práctica. Entre otros temas, hay hechizos para proteger los objetos por «arte de magia», de ahí el origen de la expresión «sellado herméticamente».
El erudito clásico Isaac Casaubon, en "De rebus sacris et ecclesiaticis exercitiones XVI" (1614), mostró por el tipo de caracteres griegos que los textos, escritos tradicionalmente en la noche de los tiempos, eran en realidad más recientes: la mayor parte del "Corpus hermeticum" «filosófico» puede ser de una fecha alrededor del año 300. Sin embargo, fueron descubiertos en el siglo XVII errores de la datación de Casaubon por el estudioso Ralph Cudworth, que argumentó que la denuncia de falsificación sólo puede aplicarse a tres de los diecisiete tratados contenidos en el "Corpus hermeticum". Además, Cudworth señaló que los textos eran una formulación tardía de una tradición anterior, posiblemente oral.
La tradición cristiana medieval lo veneró como protector y guía de los hermetistas, que practicaban las artes de la alquimia, la magia y la astrología. Entre los libros atribuidos a Hermes Trismegisto destaca el "Corpus hermeticum". Se le atribuye también la redacción de la Tabla de esmeralda. Otras de sus obras más destacadas serían el 'Poimandres', el 'Kybalión', ciertos libros de poemas y el Libro para salir al día, también conocido como «Libro de los muertos», por haberse encontrado ejemplares de él dentro de los sarcófagos de algunos destacados egipcios.
La tradición islámica:
Antoine Faivre ha señalado que Hermes Trismegisto tiene un lugar en la tradición islámica, aunque el nombre de Hermes no aparece en el Corán. Hagiógrafos y cronistas de los primeros siglos de la Hégira islámica identificaron a Hermes Trismegisto con Idris, el nabi de las suras, a quien los árabes también identifican con Enoc.
Según Antoine Faivre, a Idris-Hermes se le llama Hermes Trismegisto porque fue triple: el primero, comparable a Tot, era un «héroe civilizador», un iniciador en los misterios de la ciencia divina y la sabiduría que anima el mundo, que grabó los principios de esta ciencia sagrada en jeroglíficos. El segundo Hermes, el de Babilonia, fue el iniciador de Pitágoras. El tercer Hermes fue el primer maestro de la alquimia. «Un profeta sin rostro», escribe el islamista Pierre Lory, «Hermes no posee características concretas, o diferentes a este respecto de la mayoría de las grandes figuras de la Biblia y el Corán».
Resurgimiento moderno:
Los ocultistas modernos sugieren que algunos de estos textos pueden tener su origen en el Antiguo Egipto, y que «los cuarenta y dos textos esenciales», que contenían lo fundamental de sus creencias religiosas y su filosofía de la vida siguen escondiendo un conocimiento secreto.
En el mundo del esoterismo, se sostiene que Hermes Trismegisto fue uno de esos grandes maestros espirituales que descendiendo de esferas superiores, se encarnaron en la humanidad para guiarla. Sus enseñanzas pasaron de Egipto a Grecia y los griegos se encargaron, como en tantas otras ramas del saber, de conservarlas y transmitirlas.
Los misterios órficos y eleusinos, los pitagóricos, los filósofos presocráticos y Platón, fueron el vehículo fundamental de dicha transmisión, que también se realizó en parte a través del teatro griego. Posteriormente los neoplatónicos y sobre todo, los gnósticos, difundieron este saber en el mundo romano y en el cristianismo primitivo por un lado, y por otro, sirvieron de base para su posterior propagación entre los árabes.
De los libros de Hermes, el “Tres veces Grande”, procedentes del país del Nilo, han quedado muy pocos datos y escasos originales dignos de auténtica fe. Según antiguas crónicas, en la famosa Biblioteca de Alejandría, durante el reinado de la última dinastía de los Tolomeos, se guardaban de Hermes, el más sabio maestro de la antigüedad, 42 libros esotéricos que resumían toda la sabiduría de las edades.
Más, después de la inmensa catástrofe que significó el gran incendio que asoló dicha Biblioteca a raíz del desembarco de la armada romana de Julio César en el puerto de Alejandría, no se pudo recuperar sino algunos fragmentos que se suponen son derivados de fieles traducciones griegas efectuadas por escribas y eruditos por encargo de los faraones Tolomeos.
La línea esencial de toda la ideología hermética es la afirmación básica de un solo inmenso dios y de una sola religión raíz, científica y filosófica, a la que servían sabios moral y espiritualmente excelsos, ya que no podía encarnar tan elevada doctrina en quien no estuviera dotado de verdadera experiencia espiritual. Así lo justifican los sabios herméticos.
De ello se infiere que las verdades herméticas no podían transferirse integralmente más que a través de un auténtico y probado merecimiento.
La senda más perentoria de tal logro era el conocimiento, pero no a través de estudios mentalizados, sino de la llamada mente iluminada o superior, lo que podríamos llamar intuición adherida al super-razonamiento, traducida por NOUS por griegos y exégetas hermenéuticos. Algunos de estos conocimientos legados son:
El principio del mentalismo: El Todo es Mente; el universo es mental. El Universo es una creación mental del TODO en cuya mente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. No hay nadie que no tenga padre y madre en el Universo.
El principio de correspondencia: Como arriba es abajo, como abajo es arriba. Hay siempre una cierta correspondencia entre las leyes y los fenómenos de los varios estados del ser y de la vida.
El principio de vibración: Nada está inmóvil, todo se mueve, todo vibra.
La mente, así como los metales y los elementos, puede transmutarse de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración.
La vibración del espíritu es de una intensidad infinita que parece en reposo y en el otro extremo, hay formas de materia densísima, cuya vibración es tan débil que parece también estar en reposo. Entre ambos polos hay millones de millones de grados de intensidad vibratoria. Si se comprende este principio, se puede llegar a controlar las propias vibraciones mentales, así como las de los demás.
El principio de polaridad: Todo es doble, todo tiene dos polos, todo su par de opuestos, los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado. Es posible cambiar o transmutar las vibraciones de odio por vibraciones de amor, en la propia mente y en la mente de los demás, con la voluntad.
El principio del ritmo: Todo se mueve como un péndulo, el ritmo es la compensación. El que comprende este principio se polariza a si mismo en el punto donde desea quedarse y entonces neutraliza la oscilación rítmica pendular que tendería a arrastrarlo hacia el otro polo. El maestro, elevándose mentalmente a un plano superior hace que la oscilación del péndulo se manifieste en el plano inferior, mientras él permanece en el otro.
El principio de causa y efecto: Toda causa tiene su efecto y todo sucede de acuerdo con la Ley universal, el azar no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida.
Nada escapa al principio de causa y efecto, pero hay muchos planos de Causalidad y uno puede emplear las leyes del plano superior para dominar a las del inferior.
El principio de generación: La generación existe por doquier, todo tiene sus principios masculino y femenino, la generación se manifiesta tanto en el plano físico como en el mental y el espiritual. La transmutación mental: La mente, así como todos los metales y demás elementos, pueden ser transmutados, de estado en estado, de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración.
La palabra transmutar significa cambiar de naturaleza, de sustancia y de forma. (La ciencia moderna nos dice que la materia no existe realmente, sino que es “energía o fuerza interrumpida”, esto es, energía o fuerza en grado menor de intensidad vibratoria.)
La muerte no es real, ni aun en sentido relativo: no es sino nacer en una vida nueva, y ascendemos y seguiremos ascendiendo a planos de vida cada vez más elevados, durante eones y eones de tiempo.
Desde un enfoque absoluto, el Universo es una ilusión, un sueño, si se compara con el Todo. La materia solo “existe” para nuestros sentidos.
La opinión de los antiguos respecto a las enseñanzas de Hermes se objetiviza en la imagen de una puerta abierta con vista una dilatadísima perspectiva de praderas verdes, inmensas, llenas de sol y de flores preciosas y multicolores.
Esa maravillosa “puerta abierta” a lo desconocido y cuyo alto mirador franqueaban los escritos de Hermes, constituía el gran aliento vital, el aliento del espíritu de toda agrupación humana selectiva, cuya finalidad era la investigación de la verdad en el hombre y en el cosmos.
Hermes trismegisto y Los Alquimistas:
En la historia de la ciencia, la alquimia es una antigua práctica protocientífica y una disciplina filosófica que combina elementos de la química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte.
Como sabemos la "Alquimia" fue practicada en Mesopotamia, el Antiguo Egipto, Persia, la India y China, en la Antigua Grecia y el Imperio romano, en el Imperio islámico y después en Europa hasta el siglo XIX, en una compleja red de escuelas y sistemas filosóficos que abarca al menos 2.500 años.
La "alquimia occidental" ha estado siempre estrechamente relacionada con el hermetismo, con la filosofía y espiritualismo que tiene sus raíces en Hermes Trismegisto, que también era alquimista.
La alquimia evolucionó con el tiempo a la ciencia que hoy llamamos "Química"
Estas dos disciplinas: La Hermética y la Alquimia influyeron en el nacimiento del rosacrucismo, movimiento esotérico del siglo XVII.
Actualmente la Alquimia es de sumo interés para los historiadores de la ciencia y la filosofía, así como por sus aspectos místicos, esotéricos y artísticos.
Muchas de las sustancias, herramientas y procesos de la antigua alquimia han servido como pilares fundamentales de las modernas industrias química y metalúrgica.
El estudio de la Alquimia es tan profunda que dedicaremos a otro estudio mas adelante...
En latín es: Mercurius ter Maximus.
Hermes Trismegisto es mencionado primordialmente en la literatura ocultista como un sabio que trabajó en la alquimia y desarrolló un sistema de creencias metafísicas que hoy es conocida como hermética.
Para algunos pensadores medievales, Hermes Trismegisto fue un profeta pagano que anunció el advenimiento del cristianismo. Se le han atribuido estudios de alquimia como la Tabla de esmeralda —que fue traducida del latín al inglés por Isaac Newton— y de filosofía, como el "Corpus hermeticum".
Sin embargo, debido a la falta de evidencias contundentes sobre su existencia, el personaje histórico se ha ido construyendo ficticiamente desde la Edad Media hasta la actualidad, sobre todo a partir del resurgimiento del esoterismo.
El Mito:
Según las creencias egipcias, los dioses habían gobernado en el Antiguo Egipto antes que los faraones, civilizándolos con sus enseñanzas. En ellas, el dios egipcio Tot era el dios de la sabiduría y el patrón de los magos. También era el guardián y escribiente de los registros que contenían el conocimiento de los Dioses.
Clemente de Alejandría estimaba que los egipcios poseían cuarenta y dos escritos sagrados, que contenían todas las enseñanzas que poseían los sacerdotes egipcios. Más tarde, varias de las características de Tot se asociarían al Hermes de la mitología helenística, incluyendo la autoría de los «cuarenta y dos textos». Este sincretismo no fue practicado por los griegos, sino que en el primer o segundo siglo de la era cristiana, se le comenzó a llamar «Hermes Trismegisto» a esta fusión, probablemente por cristianos que tenían noticia de los textos egipcios. No obstante, en algún momento la ambigua noción de divinidad se transformó por la de un personaje histórico de los tiempos iniciales de la civilización occidental, al cual además se le atribuyeron otros escritos filosóficos.
La identificación de Tot y Hermes en la figura de Hermes Trismegisto ha de añadirse otra posterior, de carácter esotérico, por la cual Hermes Trismegisto es también Abraham, el patriarca hebreo, que habría comenzado dos tradiciones: una solar, pública, recogida en el Antiguo Testamento y otra privada, trasmitida de maestro a discípulo, accesible en el "Corpus hermeticum".
Literatura Hermética:
La llamada «literatura hermética» es un conjunto de papiros que contenían hechizos y procedimientos de inducción mágica. Por ejemplo, en el diálogo llamado Asclepio, el dios griego de la medicina, se describe el arte de atrapar las almas de los demonios en estatuas, con la ayuda de hierbas, piedras preciosas y aromas, de tal modo que la estatua pudiera hablar y profetizar. En otros papiros, existen varias recetas para la construcción de este tipo de imágenes y detalladas explicaciones acerca de cómo animarlas (dotarlas de alma) ahuecándolas para poder introducir en ellas un nombre grabado en una hoja de oro, momento esencial del proceso.
Resurgimiento Medieval:
Durante la Edad Media y el Renacimiento, los escritos atribuidos a Hermes Trismegisto, conocidos como Hermética, gozaban de gran crédito y eran populares entre los alquimistas. La tradición hermética, por lo tanto, se asocia con la alquimia, la magia, la astrología y otros temas relacionados. En los textos se distinguen dos categorías: de «filosofía» y «técnica» hermética. La primera se ocupa principalmente de la argumentación teórica sobre la que se sostiene el pensamiento mágico y la segunda trata sobre su aplicación práctica. Entre otros temas, hay hechizos para proteger los objetos por «arte de magia», de ahí el origen de la expresión «sellado herméticamente».
El erudito clásico Isaac Casaubon, en "De rebus sacris et ecclesiaticis exercitiones XVI" (1614), mostró por el tipo de caracteres griegos que los textos, escritos tradicionalmente en la noche de los tiempos, eran en realidad más recientes: la mayor parte del "Corpus hermeticum" «filosófico» puede ser de una fecha alrededor del año 300. Sin embargo, fueron descubiertos en el siglo XVII errores de la datación de Casaubon por el estudioso Ralph Cudworth, que argumentó que la denuncia de falsificación sólo puede aplicarse a tres de los diecisiete tratados contenidos en el "Corpus hermeticum". Además, Cudworth señaló que los textos eran una formulación tardía de una tradición anterior, posiblemente oral.
La tradición cristiana medieval lo veneró como protector y guía de los hermetistas, que practicaban las artes de la alquimia, la magia y la astrología. Entre los libros atribuidos a Hermes Trismegisto destaca el "Corpus hermeticum". Se le atribuye también la redacción de la Tabla de esmeralda. Otras de sus obras más destacadas serían el 'Poimandres', el 'Kybalión', ciertos libros de poemas y el Libro para salir al día, también conocido como «Libro de los muertos», por haberse encontrado ejemplares de él dentro de los sarcófagos de algunos destacados egipcios.
La tradición islámica:
Antoine Faivre ha señalado que Hermes Trismegisto tiene un lugar en la tradición islámica, aunque el nombre de Hermes no aparece en el Corán. Hagiógrafos y cronistas de los primeros siglos de la Hégira islámica identificaron a Hermes Trismegisto con Idris, el nabi de las suras, a quien los árabes también identifican con Enoc.
Según Antoine Faivre, a Idris-Hermes se le llama Hermes Trismegisto porque fue triple: el primero, comparable a Tot, era un «héroe civilizador», un iniciador en los misterios de la ciencia divina y la sabiduría que anima el mundo, que grabó los principios de esta ciencia sagrada en jeroglíficos. El segundo Hermes, el de Babilonia, fue el iniciador de Pitágoras. El tercer Hermes fue el primer maestro de la alquimia. «Un profeta sin rostro», escribe el islamista Pierre Lory, «Hermes no posee características concretas, o diferentes a este respecto de la mayoría de las grandes figuras de la Biblia y el Corán».
Resurgimiento moderno:
Los ocultistas modernos sugieren que algunos de estos textos pueden tener su origen en el Antiguo Egipto, y que «los cuarenta y dos textos esenciales», que contenían lo fundamental de sus creencias religiosas y su filosofía de la vida siguen escondiendo un conocimiento secreto.
En el mundo del esoterismo, se sostiene que Hermes Trismegisto fue uno de esos grandes maestros espirituales que descendiendo de esferas superiores, se encarnaron en la humanidad para guiarla. Sus enseñanzas pasaron de Egipto a Grecia y los griegos se encargaron, como en tantas otras ramas del saber, de conservarlas y transmitirlas.
Los misterios órficos y eleusinos, los pitagóricos, los filósofos presocráticos y Platón, fueron el vehículo fundamental de dicha transmisión, que también se realizó en parte a través del teatro griego. Posteriormente los neoplatónicos y sobre todo, los gnósticos, difundieron este saber en el mundo romano y en el cristianismo primitivo por un lado, y por otro, sirvieron de base para su posterior propagación entre los árabes.
De los libros de Hermes, el “Tres veces Grande”, procedentes del país del Nilo, han quedado muy pocos datos y escasos originales dignos de auténtica fe. Según antiguas crónicas, en la famosa Biblioteca de Alejandría, durante el reinado de la última dinastía de los Tolomeos, se guardaban de Hermes, el más sabio maestro de la antigüedad, 42 libros esotéricos que resumían toda la sabiduría de las edades.
Más, después de la inmensa catástrofe que significó el gran incendio que asoló dicha Biblioteca a raíz del desembarco de la armada romana de Julio César en el puerto de Alejandría, no se pudo recuperar sino algunos fragmentos que se suponen son derivados de fieles traducciones griegas efectuadas por escribas y eruditos por encargo de los faraones Tolomeos.
La línea esencial de toda la ideología hermética es la afirmación básica de un solo inmenso dios y de una sola religión raíz, científica y filosófica, a la que servían sabios moral y espiritualmente excelsos, ya que no podía encarnar tan elevada doctrina en quien no estuviera dotado de verdadera experiencia espiritual. Así lo justifican los sabios herméticos.
De ello se infiere que las verdades herméticas no podían transferirse integralmente más que a través de un auténtico y probado merecimiento.
La senda más perentoria de tal logro era el conocimiento, pero no a través de estudios mentalizados, sino de la llamada mente iluminada o superior, lo que podríamos llamar intuición adherida al super-razonamiento, traducida por NOUS por griegos y exégetas hermenéuticos. Algunos de estos conocimientos legados son:
El principio del mentalismo: El Todo es Mente; el universo es mental. El Universo es una creación mental del TODO en cuya mente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. No hay nadie que no tenga padre y madre en el Universo.
El principio de correspondencia: Como arriba es abajo, como abajo es arriba. Hay siempre una cierta correspondencia entre las leyes y los fenómenos de los varios estados del ser y de la vida.
El principio de vibración: Nada está inmóvil, todo se mueve, todo vibra.
La mente, así como los metales y los elementos, puede transmutarse de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración.
La vibración del espíritu es de una intensidad infinita que parece en reposo y en el otro extremo, hay formas de materia densísima, cuya vibración es tan débil que parece también estar en reposo. Entre ambos polos hay millones de millones de grados de intensidad vibratoria. Si se comprende este principio, se puede llegar a controlar las propias vibraciones mentales, así como las de los demás.
El principio de polaridad: Todo es doble, todo tiene dos polos, todo su par de opuestos, los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado. Es posible cambiar o transmutar las vibraciones de odio por vibraciones de amor, en la propia mente y en la mente de los demás, con la voluntad.
El principio del ritmo: Todo se mueve como un péndulo, el ritmo es la compensación. El que comprende este principio se polariza a si mismo en el punto donde desea quedarse y entonces neutraliza la oscilación rítmica pendular que tendería a arrastrarlo hacia el otro polo. El maestro, elevándose mentalmente a un plano superior hace que la oscilación del péndulo se manifieste en el plano inferior, mientras él permanece en el otro.
El principio de causa y efecto: Toda causa tiene su efecto y todo sucede de acuerdo con la Ley universal, el azar no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida.
Nada escapa al principio de causa y efecto, pero hay muchos planos de Causalidad y uno puede emplear las leyes del plano superior para dominar a las del inferior.
El principio de generación: La generación existe por doquier, todo tiene sus principios masculino y femenino, la generación se manifiesta tanto en el plano físico como en el mental y el espiritual. La transmutación mental: La mente, así como todos los metales y demás elementos, pueden ser transmutados, de estado en estado, de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración.
La palabra transmutar significa cambiar de naturaleza, de sustancia y de forma. (La ciencia moderna nos dice que la materia no existe realmente, sino que es “energía o fuerza interrumpida”, esto es, energía o fuerza en grado menor de intensidad vibratoria.)
La muerte no es real, ni aun en sentido relativo: no es sino nacer en una vida nueva, y ascendemos y seguiremos ascendiendo a planos de vida cada vez más elevados, durante eones y eones de tiempo.
Desde un enfoque absoluto, el Universo es una ilusión, un sueño, si se compara con el Todo. La materia solo “existe” para nuestros sentidos.
La opinión de los antiguos respecto a las enseñanzas de Hermes se objetiviza en la imagen de una puerta abierta con vista una dilatadísima perspectiva de praderas verdes, inmensas, llenas de sol y de flores preciosas y multicolores.
Esa maravillosa “puerta abierta” a lo desconocido y cuyo alto mirador franqueaban los escritos de Hermes, constituía el gran aliento vital, el aliento del espíritu de toda agrupación humana selectiva, cuya finalidad era la investigación de la verdad en el hombre y en el cosmos.
Hermes trismegisto y Los Alquimistas:
En la historia de la ciencia, la alquimia es una antigua práctica protocientífica y una disciplina filosófica que combina elementos de la química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte.
Como sabemos la "Alquimia" fue practicada en Mesopotamia, el Antiguo Egipto, Persia, la India y China, en la Antigua Grecia y el Imperio romano, en el Imperio islámico y después en Europa hasta el siglo XIX, en una compleja red de escuelas y sistemas filosóficos que abarca al menos 2.500 años.
La "alquimia occidental" ha estado siempre estrechamente relacionada con el hermetismo, con la filosofía y espiritualismo que tiene sus raíces en Hermes Trismegisto, que también era alquimista.
La alquimia evolucionó con el tiempo a la ciencia que hoy llamamos "Química"
Estas dos disciplinas: La Hermética y la Alquimia influyeron en el nacimiento del rosacrucismo, movimiento esotérico del siglo XVII.
Actualmente la Alquimia es de sumo interés para los historiadores de la ciencia y la filosofía, así como por sus aspectos místicos, esotéricos y artísticos.
Muchas de las sustancias, herramientas y procesos de la antigua alquimia han servido como pilares fundamentales de las modernas industrias química y metalúrgica.
El estudio de la Alquimia es tan profunda que dedicaremos a otro estudio mas adelante...